El pasado viernes el PRI rindió un merecido homenaje al exdirigente, exalcalde y exgobernador, Samuel Ocaña, que después de todo esto, vivió en la sencillez como cualquier ciudadano, querido y respetado por la población y la clase política, un ciudadano, una persona íntegra, honesta.

Sus obras, ahí están todavía, importantes y obviamente, un gran legado, el haber logrado, junto con el empresario Guillermo Tapia Calderón, ya fallecido también que llegara la Planta Ford a Sonora, a punto de irse a Chihuahua, pero gestiones de ambos y una ida a cacería de alto funcionario, al Rancho de Tapia, y se cerró el trato.
Hay una anécdota, que no sabía, pero que pinta como era el doctor Ocaña, en un Hotel en Bamori, municipio de Arivechi, está la única estatua que existe de él, la mandó hacer Justino Herrera.
El señor Herrera llevó a Ocaña para su inauguración, y el doctor se enojó, le dijo, quítala o no me vuelvo a parar aquí, no lo hizo y jamás volvió el exgobernador, por cierto, como cualquier ciudadano, hacía cola en el Isssteson para recoger su pensión.
-Arturo Ballesteros en Tribuna.